Mi hijo ha comido siempre muy bien. Y cuando digo muy bien me refiero a muuuuy bien. Es de esos niños que abre la boca cada vez que se acerca la cuchara, de esos que le das un plato con trocitos y se lo come entero, de esos que le das cualquier alimento y en seguida se lo lleva a la boca con una sonrisa de oreja a oreja, de esos que curiosean con lo que hay en la mesa… todo le gusta y todo lo prueba.
Pero los yogures no los quiere. Los prueba pero no le gustan y los escupe. Supongo que los encuentra demasiado ácidos. Hasta ahora no me había importado, ningún alimento es imprescindible. Pero hace un par de semanas cogió una otitis tremenda y tuvo que seguir un tratamiento con antibióticos. Y ya sabemos que los antibióticos eliminan todas las bacterias, las buenas y las malas. En estos casos los yogures pueden ayudar a repoblar la flora intestinal, por eso pensé que era bueno que los tomara. Se me ocurrió que quizá los yogures caseros le gustarían. Y así fue. Ahora toma uno al día y le encantan. Se vuelve loco. Son más dulces que los yogures normales y salen más económicos que los yogures preparados con leche de continuación de los que encontramos en el supermercado.
Por eso quiero compartir la receta que he seguido, por si alguien se anima a hacerlos y le funcionan tan bien como a nosotros. Empecé a hacerlos con leche de continuación (la 2) y ahora los hago con leche de crecimiento (la 3).
Necesitamos: medio litro de agua, 25 cucharadas de leche de continuación o crecimiento, 8 cucharadas de cereales con o sin gluten (los que uséis) y un yogur. Con estas proporciones queda una textura bastante similar a los yogures convencionales, con una textura muy cremosa y sabor agradable. Los cereales sirven para espesarlos, y el sabor dulzón lo da la leche infantil. Para prepararlos se mezclan todos los ingredientes, los ponemos en los recipientes y ya podemos dejarlos en la yogurtera toda la noche. Por la mañana siguiente ya estarán listos para meterlos en la nevera a enfriar, previamente tapados, claro.
Y ¡listo! si la hacéis, espero que me contéis qué tal 😉